La cigarra y la hormiga.
Durante todo un verano, una cigarra se dedicó a cantar y a jugar sin preocuparse por nada. Un día, vio pasar a una hormiga con un enorme grano de trigo para almacenarlo en su hormiguero.
La cigarra, no contenta con cantar y
jugar, decidió burlarse de la hormiga y le dijo:
—¡Qué aburrida eres!, deja de trabajar y
dedícate a disfrutar.
La hormiga, que siempre veía a la cigarra
descansando, respondió:
—Estoy guardando provisiones para cuando
llegue el invierno, te aconsejo que hagas lo mismo.
—Pues yo no voy a preocuparme por nada
—dijo la cigarra—, por ahora tengo todo lo que necesito.
Y continuó cantando y jugando.
El invierno no tardó en llegar y la
cigarra no encontraba comida por ningún lado. Desesperada, fue a tocar la
puerta de la hormiga y le pidió algo de comer:
—¿Qué hiciste tú en el verano mientras yo
trabajaba? —preguntó la hormiga.
—Andaba cantando y jugando —contestó la
cigarra.
—Pues si cantabas y jugabas en verano
—repuso la hormiga—, sigue cantando y jugando en el invierno.
Dicho esto, cerró la puerta.
La cigarra aprendió a no burlarse de los
demás y a trabajar con disciplina.
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